Lunes...

Suena el despertador. Es muy pronto. Demasiado pronto. ¿Ya han pasado 8 horas desde que cerré los ojos ? Me levanto al son de la canción de Shakira que suena en la radio. Irónicamente, es la de “la tortura”. La ducha me espabila un poco y el desayuno me reconforta. Carrera de última hora al autobús y vuelta a empezar la cuenta atrás. Cinco días hasta que vuelva el fin de semana…

Curiosamente, el destino hace que ésta sea la primera noticia que se aparece ante mí en un kit-kat mental que he hecho hace un rato:

“Trabajar más de 40 horas semanales perjudica la salud”.

Nos ha jodido. Gracias a Buda que no es mi caso, pero aún así, estoy convencida de que trabajar 35 horas semanales también es muy malo…

Opiniones personales aparte, lo que más me ha sorprendido de la noticia -que, por cierto, es el resultado de uno de esos estudios que a las empresas les traen al pairo- es esto:

“Mientras que para los hombres sólo supone dormir menos horas, para las mujeres la larga jornada laboral implica dormir poco, insatisfacción laboral, síntomas ansioso- depresivos, mayor probabilidad de fumar, hipertensión, y no poder hacer ejercicio en el tiempo libre.”

Dos posibles conclusiones:

A: Las mujeres somos más quejicas

B: A los hombres se las sopla todo

a ver quién se pica más...